La evidente falta de planificación en la oferta de educación inicial

Todos los años el mes de febrero es testigo de la lucha a muerte de padres de familia por conseguir un cupo en establecimientos educativos en las principales ciudades. Este año fue algo diferente pues mucho de la demanda se orientó hacia la educación inicial. Como respuesta el ministerio de educación ha publicitado que el año siguiente dotará de más ítems para profesoras de kínder y pre kínder.

Lo llamativo de todo esto es que por un lado es evidente que existe una alta demanda de la población por educar a sus niños y niñas. Pero por otro lado es notoria la nula planificación del ministerio de educación, lo que a su vez parece estar vinculado a una nula planificación de parte del gobierno en general. Sería deseable que las medidas que las autoridades toman respecto a la administración del personal de maestros y de las escuelas en general, respondiera a una previsión fundada en la tendencia de la población escolar a crecer a ritmos diferentes a lo largo del tiempo. Pero es pedir demasiado a un gobierno que años después de realizado un censo de población y vivienda no ha sido capaz de generar datos útiles que orienten las acciones concretas de las autoridades de educación.

Debe esperarse como siempre a la agudización de problema y el conflicto en la calle para tomar medidas. ¿Cómo es posible que un ministerio de estado no haya podido prever un incremento significativo en la demanda de educación inicial? Después de años de experiencia como autoridades de educación, ¿cómo puede justificarse no conocer el comportamiento y las demandas de los padres de familia?

Las declaraciones grandilocuentes y los discursos rimbombantes no reemplazan la necesidad de planificación de un gobierno y ministerio de estado. El capricho del líder no puede ser el único orientador de las políticas públicas. El perjuicio que la falta de planificación real ocasiona, llega a la población en general. La manera en la que las decisiones se toman en el gobierno no debe responder al antojo de algún iluminado, sino más bien estar basadas en información confiable. Ningún padre de familia iría al mercado sin saber la cantidad de hijos que tiene. Pero el ministerio de educación, con complicidad de los responsables del censo, parece ignorar inclusive ese sencillo dato.